‘DARI’ es la Casita donde las miradas se cruzaban entre la incredulidad y el ‘no te puedo contar’. El primer sentimiento partía de nosotros, de los maakianos que, a pesar de los años, nos cuesta entender. El segundo, de los niños y niñas que viven allí y que saben que el silencio se convierte en su mejor cómplice para no enfadar a quienes llenan su olla.